El cambio de código corresponde al paso de un idioma a otro en el mismo discurso. Es muy común entre las personas bilingües.
¿Cuáles son las razones para usarlo?
¿Alguna vez has oído hablar del cambio de código? Berlín, una ciudad donde conviven más de 184 nacionalidades, las lenguas extranjeras son parte integral del paisaje sonoro. Ya sean los niños con los que nos encontramos por la mañana cuando van a la escuela y que se llaman unos a otros en árabe, o los camareros italianos que charlan durante el descanso, cada día tiene su cuota de sorpresas lingüísticas reservadas en esta ciudad.
¿Qué es el cambio de código?
La definición clásica de cambio de código es el paso sutil de un idioma a otro en la misma conversación. Esta práctica es común en sociedades y comunidades bilingües, como entre los hispanos que viven en los Estados Unidos. Fuera de estos contextos, son principalmente personas perfectamente bilingües quienes lo utilizan.
Por el contrario, las personas que han aprendido varios idiomas pero solo dominan a la perfección uno de ellos (normalmente su lengua materna), cambian más raramente de uno a otro. Esto no impedirá necesariamente que recurran a lo que se denomina cambio de código, ya que existe una definición más amplia de esta expresión que incluye el paso del lenguaje formal al lenguaje informal o del dialecto al lenguaje estándar.
La práctica del cambio de código requiere un excelente nivel en los idiomas utilizados, lo que lo diferencia de una simple impronta de una palabra que compensaría un lapsus de memoria o una ausencia de vocabulario. En este caso, no es necesario tener un conocimiento perfecto del idioma del que se sustrae una palabra o una expresión. Este tipo de préstamo lingüístico a veces puede provenir simplemente del hecho de que una palabra no existe en su propio idioma. Podríamos citar las palabras Schadenfreude (en alemán, el acto de alegrarse por la desgracia de los demás) o abbiocco (en italiano, el estado de somnolencia después de una comida demasiado pesada), que algunas personas usan sin dominar necesariamente el alemán o el italiano.
Contrariamente a esto, el cambio de código es una elección que proviene de alguien que tiene un vocabulario rico y una amplia gama de expresiones idiomáticas a su disposición. Sin embargo, parece que hay buenas razones para esta elección.
Si el cambio de código puede percibirse a primera vista como un mecanismo inconsciente, esta práctica no es arbitraria. En realidad, resulta de varios factores, desde el deseo de expresar los sentimientos más ocultos, hasta la necesidad muy humana de hacerse notar.
Cambio de código: lengua materna, lenguaje de sentimientos
A menudo, nuestra lengua materna está ligada a determinados valores, a un sentimiento de seguridad, a la infancia, e incluso a sentimientos “primitivos”. Alguien que se va a vivir al extranjero suele utilizar esta primera lengua para expresar emociones como la sorpresa, la ira o el miedo. En términos más generales, cuando una persona está cansada, nerviosa o al límite de sus fuerzas, tenderá a volver a su lengua materna tan pronto como se presente la oportunidad, especialmente frente a familiares.
Sin embargo, el corazón no necesariamente prefiere expresarse en su lengua materna. A veces, precisamente, es más fácil abordar temas delicados en un idioma que no es el propio para poner cierta distancia.
Dilo todo en una palabra
Durante una conversación, también se puede preferir una palabra extranjera a su traducción, simplemente porque parece corresponder exactamente a lo que se desea expresar. Recurrir al vocabulario de otro idioma evita tener que recorrer el laberinto del cerebro en busca de un término equivalente. Por ejemplo, usar la palabra alemana "Selbstvertrauen" reunirá en una palabra concisa todos los matices de "confianza en sí mismo", "confianza" y "autoestima"; optar por el inglés y decir "eso fue tan espeluznante" será más directo y más fuerte que "eso fue espeluznante".
Las palabras intraducibles ocupan un lugar especial en este caso. También pueden ser términos existentes en el propio idioma, pero que se consideran demasiado precisos, demasiado vagos o simplemente menos aptos para expresar los propios pensamientos. Los suecos, por ejemplo, utilizan con frecuencia la expresión “making sense” (tener sentido, ser lógico) porque es simple y sucinta, pero sobre todo porque ¡no tenemos otra mejor!
Cambio de código: cada asignatura tiene su propio idioma
Algunas materias a veces requieren un lenguaje específico. Cualquiera que navegue por la red es consciente del lugar especial que ocupa el inglés en el ámbito digital. En Francia, a pesar de los esfuerzos de la Academia Francesa, los términos ingleses todavía se usan comúnmente para todo lo relacionado con las nuevas tecnologías. De hecho, el lenguaje de Shakespeare se ha impuesto naturalmente para describir el mundo informático (Internet, correo electrónico), pero también ciertos fenómenos sociales, aunque a menudo existen alternativas en otros lenguajes.
Otro escenario de cambio de código
Personas que viven en el extranjero e integran naturalmente términos del idioma de su país de adopción en su vocabulario cotidiano. Un caso típico es el del maravilloso mundo de la administración. En Berlín, por ejemplo, la mayoría de los extranjeros, incluidos los que no hablan alemán, saben citar el impopular Bürgeramt, que designa al ayuntamiento (Amt, para sus allegados) y su famoso Meldebescheinigung, (certificado de registro en el registro de la ciudad). Jamás se me ocurriría usar palabras equivalentes en otro idioma, ni siquiera en una conversación en inglés.
El vínculo entre un tema específico y un idioma también puede surgir de un sentimiento muy personal, especialmente cuando una experiencia está íntimamente ligada a un idioma en particular.