Repaso de lecciones sobre alternancia lingüística
Desde hace varias décadas, la alternancia lingüística sigue siendo objeto de diversos estudios. Esquemáticamente, podemos decir que la mayoría de estos estudios han tomado dos direcciones: por un lado, exploramos las implicaciones sociales relacionadas con la alternancia lingüística (Myers-Scotton 1990, 1992, 1993, 1995); por otro lado, describimos los aspectos lingüísticos inherentes a la producción de alternancia (Poplack 1980, Sankoff y Poplack 1981).
A pesar de la amplitud y relevancia de este trabajo (algunos se han convertido en clásicos en este campo), creemos que aún existen vías interesantes que aún no han sido suficientemente exploradas en este campo. En las comunidades diglósicas, por ejemplo, donde una lengua prestigiosa que garantiza las llamadas comunicaciones institucionalizadas coexiste con una o más lenguas reducidas a comunicaciones individualizadas (Corbeil 1980: 79), la alternancia de lenguas puede servir de base para explorar las relaciones entre el funcionamiento macrosocial de la diglosia (y el conflicto lingüístico resultante) y el comportamiento lingüístico de los individuos. De ahí la pregunta: ¿existe una relación entre las repercusiones socioculturales de la diglosia y la alternancia?
Diglosia y conflicto lingüístico
El concepto de “conflicto lingüístico” nació y se consolidó, conviene recordarlo, en el contexto del contacto lingüístico en los países catalán y occitano. Según Kremnitz 1981: 65, este término viene a reinterpretar el concepto de diglosia entonces en boga entre los sociolingüistas (especialmente los norteamericanos).
Para resaltar mejor la particularidad del concepto de "conflicto lingüístico", conviene recordar brevemente la evolución de la concepción y estudio del contacto lingüístico. En términos generales, se puede decir que las sociedades occidentales no siempre han sido tolerantes con el bilingüismo y el multilingüismo. Se debe a que, en este campo, estas sociedades se han nutrido durante mucho tiempo de la llamada ideología unitarista, esta última apoyada en el “mito de una única lengua originaria común a toda la humanidad.
El episodio bíblico de la Torre de Babel ilustra esta situación. Este mito, por así decirlo, milenario, fue consolidado por la estrepitosa filosofía nacionalista del siglo XIX que, al establecer un vínculo orgánico e inequívoco entre lengua y nación, hizo del Estado-nación un modelo ideal al que se adherían todas las comunidades humanas. debe aspirar. Es en este contexto que el multilingüismo todavía se percibe hoy (de manera abierta o insidiosa) como inseguro.
De manera simplificada, la actitud dominante ha sido durante mucho tiempo la de considerar el monolingüismo como el ideal de un Estado, el bilingüismo como una situación lamentable y el plurilingüismo como miseria y condenación (Pattanyak 1981). Esta convicción repercutirá en la dirección de la investigación en el campo del bilingüismo y plurilingüismo en general, y del contacto lingüístico en particular.
Inicialmente, aun concibiendo el bilingüismo como perjudicial para el desarrollo intelectual, social y psicológico del sujeto, circunscribiremos su estudio a hechos individuales aislados. Prudent 1981:18 informa, por ejemplo, que antes de la década de 1950, la actitud dominante hacia el bilingüismo se puede resumir en estas revelaciones de Pichon.
Alternancia lingüística y conflicto lingüístico
En Estados Unidos se puede explicar esta nocividad del bilingüismo; porque por un lado el esfuerzo requerido para la adquisición de la segunda lengua parece reducir la cantidad de energía intelectual disponible para la adquisición de otros conocimientos, por otro lado, sobre todo, el niño se encuentra atrapado entre diferentes sistemas gastados unos de otros: su mente no encuentra base en ninguno de los dos y los adultera a ambos privándolos de su originalidad y privándose así de los recursos acumulados durante siglos por sus predecesores en todos los idiomas.
Como dice muy acertadamente el Sr. Laurie, su crecimiento intelectual no se duplica, sino que se reduce a la mitad; su unidad de espíritu y carácter tiene gran dificultad para afirmarse. Incluso Weinreich 1953, quien fue el primero en proponer la comprensión de los fenómenos del contacto lingüístico tal como surgen en situaciones de bilingüismo grupal, no escapa por completo a la visión negativa del bilingüismo y el contacto lingüístico: los efectos del contacto lingüístico están fuera de la norma y son implícitamente considerados como desviaciones, errores, faltas que deben evitarse en la medida de lo posible.
Posteriormente, reconoceremos que la noción de bilingüismo puede trascender el marco individual para extenderse a comunidades enteras, precisamente bajo el nombre de “diglosia”. Aunque acabemos admitiéndolo, seguimos deplorando los efectos nocivos y devastadores del bilingüismo grupal sobre el normal desarrollo de las culturas y las sociedades.
Como sabemos, fue Ferguson 1959 el que puso en marcha enfoques menos “normativos” del bilingüismo grupal basados en su concepción “revisada” de la diglosia. Este autor concibe la diglosia como una situación comunitaria donde coexisten dos variedades lingüísticas complementarias, una superior, que asegura las funciones de comunicación social en los llamados dominios elevados, y otra inferior, utilizada en los dominios menos prestigiosos de la comunicación social.